La caminata de peregrinación hacia el apu Pariaqaqa, sigue las huellas del Qhapaq Ñan por una de las conocidas rutas prehispánicas que une los principales centros ceremoniales de la costa y sierra central, Pachacamac y Pariaqaqa o dioses principales de los ichsmas y llacuáz. Con la conquista inca -durante el reino de Tupa Yupanqui estos territorios fueron anexados al Tahuantinsuyo y pese a los cambios (la imposición de los dioses de los quechuas el sol y la luna) se continuó con la peregrinación.
Isla Cavillaca en el mar de Pachacamac. |
Legendario y mítico Pariaqaqa. |
Esta antigua ruta fue recorrida por los grupos etnicos de la costa central, con ceremonias en el santuario de Pariaqaqa a fin de solicitar las lluvias y calmar las tempestades o aluviones pues a este dios se le atribuía ser la divinidad del agua y del rayo (Libiac, según la divinidad de los llacuás). Con la llegada de los españoles, varios centros ceremoniales y huacas de la costa y sierra fueron destruidos, y peor fue el maltrato que padecieron los poblados indígenas frente a todo recuerdo y práctica religiosa a sus dioses locales cuando se llevó a cabo la exterminación de idolotraías, Cajatambo y Huarochirí por citar algunos ejemplos fueron centro de los jesuitas. Hierberos o parteras fueron procesados por brujería como es el caso en San Pedro de Huancayre (ver Archivo Arzobispal de Lima). Para el año 1609, en la Carta Annua los jesuitas Pedro de Castillo y Gáspar de Montalvo redactaron uno de los más celebres documentos históricos con el que puede contar el Perú, el Manuscrito de Huarochirí cuya autoría se le atribuye al extirpador de idolatrías, Francisco de Avila quien narra creencias y prácticas relacionadas a la mitología andina producto de la confesión de los indígenas.
Las peregrinaciones, las celebraciones y ceremonias y ofrendas a estas divinidades respondían a necesidades talvez no tan grandes como las que hoy nos aqueja, los pobladores eran observadores del tiempo y de los fenómenos naturales que acontecían como el mar cuando traían conchas marinas de las corrientes del norte, anunciando el fenómeno del Niño y las inundaciones, las sequías en la sierra y los movimientos telúricos (como el que se le atribuía a Pachacamac). Sin embargo, hoy que contamos con los avances científicos para estudiar y pronosticar el tiempo y los fenómenos que vendrán con el cambio climático es necesario unir esfuerzos en esta labor. Juntos por la vida: el agua.
Agradecemos a los chaskis Felipe Varela, Christian, Alain Dueñas, Dieter Taurer (Instituto Peruano de Gastronomía) por unir fuerzas al sensibilizar a la población con los recursos naturales, patrimoniales cultural y natural haciendo uso de un conciente y racional recurso humano.
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